Entorno geopolítico de la Cumbre Mundial Afrodescendiente
Ni los gobiernos de Izquierda, ni de Derecha han sido capaces de reparar a los afrodescendientes, por el contrario han abrazado la retórica del multiculturalismo liberal que ni incluye ni garantiza ciudadanía.
Algunos correos que me han llegado debaten negativamente sobre la Cumbre Mundial Afrodescendiente. Estos argumentos se sitúa en que la Cumbre, por el hecho de celebrarse en Honduras, responde a una coyuntura favorable al régimen de gobierno y las condiciones circunstanciales que entrañaron el golpe de estado que sufrió este país en 2009.
Diría que estos argumentos son ingenuos. Esto me apena, pues quienes escriben contra la cumbre son personas de alta capacidad analítica. Pero que en lugar de hacer una lectura correcta geopolítica, geohistórica y estructural del movimiento social afrodescendiente, sitúan la Cumbre en el debate maniqueo e inicuo de la “afroderecha” y la “afroizquierda”. Como si los problemas de racismo, desigualdad, pobreza, exclusión, enajenación y colonización blanco céntrica fueran menos en un régimen de gobierno que otro.
Pensar que la Cumbre es una plataforma propagandística del régimen de Gobierno de Honduras, es tan incauto como pensar que Obama por ser afrodescendiente tendría que ser el redentor mesiánico de la afrodescendencia, antes que cumplir su papel como Presidente de los Estados Unidos.
Ubicar los objetivos estratégicos de la Cumbre en un vaivén de patriaboba de afroizquierda y afroderecha, es caer en la trampa del multiculturalismo liberal que ha embobado a muchos intelectuales nuestros. Los mismos que pierden el tiempo discutiendo sobre si debemos llamarnos “negros” o afrodescendientes”, o si nuestro problema deviene de la “raza” o la “etnicidad”, o si somos “pueblo” o somos “comunidad”. Estas son las falacias epistémicas del racialismo en el siglo XXI.
El debate debe ser serio. Sin retruécanos o espejismos lingüísticos. Nuestras comunidades viven problemas concretos de pobreza, bien sea en un gobierno u otro. Si el racismo fuera formateado por el tema de clase o de orden político o ideológico, entonces ya hubiéramos visto superado el racismo y la desigualdad racial en la revolución cubana, o en su defecto en el milagroso modelo neoliberal chileno.
¿O es que en los 10 años de la revolución chavistas los afrodescendientes han sido reconocidos como pueblo y el racismo ha sido atacado desde el Estado? Más bien lo que ha habido es una estrategia corporativistas por parte del chavismo de cooptar al movimiento social afrovenezolano al “extraditar” políticamente a sus dos buenos lideres ofreciéndoles embajadas y consulados.
Entender el entorno geopolítico de nuestros problemas, permite justificar el porqué de esta Cumbre Mundial. La Cumbre no debe comprenderse desde una visión reduccionista y mezquina. Por el contrario, es la prueba de fuego de que tan fuerte está la organización, la movilización y el movimiento social global afrodiásporico.
Hoy en día el racismo estructural, la discriminación racial y el prejuicio racial campean en los modelos democráticos y dictatoriales tanto de izquierda como de derecha en nuestros países. Esto no es nuevo. Garvey, Fanon, Cessaire, Malcom X lo preconizaron, e incluso ya lo ha advertido Alex Callinicos, que no es afrodescendiente.
Una lectura del entorno político actual de la problemática afrodescendiente nos obliga a pensar que los modelos de democracia, de gobierno y sus sistemas políticos, sin importar la ideología que los impulsa, aun no responden a los problemas de violación a los derechos humanos que constantemente sufren los afrodescendientes.
En el entorno geopolítico de América Latina hay tres grandes bloques o sistemas ideológicos de gobierno: El régimen de derecha (encabezado por México, Honduras, Panamá, Colombia, México, Chile); el régimen de izquierda revolucionaria (liderada por Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador (Alba); y un bloque centro moderado (Brasil, Argentina, Uruguay, Costa Rica, etc). En estos países, como en la mayoría de la región, los derechos humanos de los afrodescendientes no están plenamente garantizados.
Curiosamente en todos estos países, independiente de su ideología, el multiculturalismo neoliberal (y ahora una nueva forma: el multiculturalismo del socialismo del siglo XXI revestido de la retórica discursiva de la plurinacionalidad y la interculturalidad) no han dado señas institucionales de combatir realmente el racismo y la discriminación racial.
Pero lo más contradictorio es que en los países gobernados por ideologías de derecha (populista), el multiculturalismo ha dado muestra de mayor avance en materia de políticas públicas para combatir el racismo que en otro tipo de gobiernos.
La tarea de emancipar nuestras comunidades, de hacerles valer su ciudadanía, de combatir radicalmente el racismo depende de nosotros. Pero sobre todo depende de nuestra capacidad de movilización, acción colectiva y negociación. Y el hecho que la Cumbre se haga en Honduras demuestra esta tesis.
La experiencia de la ODECO en incidencia política es una lección aprendida para el movimiento social. Esta organización igual trabajó con Selaya que con Lobo. Es tradición de ODECO firmar compromisos de campaña con todo los candidatos presidenciales. Luego quizá el interés no sea respaldar a uno que otro, sino en que uno u otro que sea presidente responda a los problemas estructurales de los afrodescendientes.